martes, 9 de diciembre de 2008

EQUIDAD

Publicada en El Vocero, viernes, 5 de diciembre de 2008.

Por: Margarita Mergal

"Piensa en el presente que estás construyendo, debe parecerse al futuro que sueñas".
Alice Walker

En el debate nacional están apareciendo comentarios a granel sobre el currículo de equidad de género y sobre el estudio del género. Asombra la desinformación, los errores crasos, la falta de conocimientos sobre el tema de parte de políticos, comentaristas y particularmente de personas educadas que una pensaría que conocen algo mejor el tema. Deberían aplicar la máxima muy sabia de que se debe conocer algo sobre el tema del cual se va a opinar antes de abrir la boca o prender la computadora. Esto, claro está, de parte de todos los que opinan, independientemente de la postura que defiendan. En una sociedad que, como la nuestra, se precia de ser democrática, todos tienen el derecho a opinar y dar a conocer sus opiniones, más aún es un deber ciudadano, como lo es también conocer sobre lo que se opina.
El estudio del género es una disciplina académica nacida a mediados del pasado siglo pero con profundas raíces. Veamos algunas de las más recientes. Desde la Edad Media, todo el Renacimiento y la Ilustración hasta el siglo 19 la situación de las mujeres fue materia central de discusión. Luis Vives, asesor de Catalina de Aragón y Erasmo de Rotterdam defendieron la educación para la mujer.En el 1575, Verónica Franco, publicó en Venecia sus Poemas en Terza Rima. Uno de los temas centrales es la falta de libertad de las mujeres y su condena de la violencia que hoy llamamos de género. Del siglo 17 son conocidos los famosos versos de Sor Juana Inés de la Cruz sobre los hombres necios que acusan sin razón a la mujer. La exigencia de libertad de los revolucionarios franceses fue reclamada también para las mujeres por escritoras como Mary Wollstonecrof y Olymia de Gouges. Ya en el siglo 19 John Stuart Mill entre muchos, exigió equidad para las mujeres. Desde entonces el tema ha estado presente en el desarrollo del conocimiento y los movimientos de cambio social, procesos seminales en el desarrollo de los estudios del género. En los EEUU la Declaración de Seneca Falls del 1848 se considera uno de los documentos fundacionales de esta nación y sin duda lo fue de su movimiento feminista. En muchas otras naciones el movimiento feminista también ha sido fundante de las luchas por los derechos no sólo de las mujeres, sino del género humano. En Puerto Rico tuvo gran influencia Concepción Arenal y su lucha por las reformas legales. Alejandrina Benítez, la madre del insigne poeta cagueño, en el 1856 publicó sobre la importancia de la educación de las mujeres, parte de una larga tradición feminista nacional. Hoy día pensadores de la altura de Georges Duby, Gerda Lerner, Sheila Rowbotham, Michel Foucault, Pierre Bourdieu añaden a la literatura sobre la situación histórica, social, cultural de las mujeres. Es tema obligado en prácticamente todas las disciplinas: comunicaciones, psicología, biología, sociología, teología, sociología de las religiones, economía, antropología, geografía y ecología, literatura y artes, filosofía y política, por mencionar sólo algunas.
A partir de la segunda mitad del pasado siglo, como parte de la llamada segunda ola feminista, se comienza a hablar del género como distinto del sexo refiriendo el concepto a las formas en que históricamente se ha definido lo femenino y masculino. Fueron básicos El segundo sexo (1949) de la filósofa francesa Simone de Beauvoir, La mística feminina (1963) y La política sexual (1969) de las estadounidenses Betty Friedan y Kate Millett. El ensayo de Joan W. Scott, El género: una categoría útil para el análisis histórico (1986) ayudó a consolidar en las academias el estudio del género como disciplina. Aclaro, que en ningún sentido este brevísimo resumen le hace justicia a un movimiento intelectual y académico internacional que permea prácticamente todos los campos del saber humano.
Si los jerarcas de las iglesias despotricaron contra Erasmo y Vives no es de extrañar que, con el consabido lento cambio de las mentes y los cánones y su influencia, todavía continúe la lucha. Aclaro también que las iglesias son muy heterogéneas, en ellas hay de una parte debate y aceptación de las nuevas corrientes como también enorme resistencia al cambio.
El estudio del género es la expresión académica de las luchas de los feminismos por constituir en nuestras sociedades un sistema justo, equitativo de derechos civiles y humanos para todos. Para todos pues al superar la situación de discrimen contra las mujeres que afecta a todos en nuestras sociedades tedremos sociedades más justas y de buen vivir para todos. La disciplina investiga, estudia y trasmite los conocimientos adquiridos sobre cómo y por qué las mujeres se encuentran discriminadas, marginadas, oprimidas y presenta para debate las diversas formas en que esta situación puede superarse. Lucha contra una cultura sexista y machista, producto del sistema patriarcal que tiene miles de años, que ha ido cambiando conforme a otros cambios sociales pero que en su supuesto fundamental se mantiene. Supone que las mujeres somos seres inferiores, poco pensantes y que por ello necesitamos que los hombres dirijan nuestras vidas. Define la mujer buena como sumisa, obediente, callada, cuya vida debe ser regida por su padre, los varones de su familia, su marido; fuera de la familia por maestros, religiosos, políticos. Los masivos medios de difusión trasmiten el mismo mensaje.
Una sociedad donde las mujeres tengan igualdad de derechos en y fuera de la familia, incluyendo los derechos sexuales y reproductivos, los de participación religiosa, política y sindical en todas sus facetas, implica un cambio en las estructuras de poder. Implica que los hombres y las instituciones que han creado como las iglesias, los estados, sistemas educativos y de medios, van a perder su control absoluto sobre la sociedad. De esto se trata la lucha contra el currículo de género. De la defensa de un sistema misógino y del control sobre las estructuras de poder que dependen de dicho sistema. Si de veras soñamos con un mundo democrático, de respeto a la diversidad, sin violencia, con justicia y equidad, con vida buena para todos, entonces debemos incluir el currículo sobre la equidad en todos los procesos de enseñanza.

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