miércoles, 16 de abril de 2008

En el camino del derecho


¡Para inspirarnos y reflexionar!

Reportaje sobre nuestra compañera Ana Irma Rivera Lassén
Sección Autoretrato
Primera Hora/ 12 de abril de 2008
Fotografía por Vannessa Serra Díaz
Por Firuzeh Shokooh

A los cuatro años, Ana Irma Rivera Lassén exigió que sus padres la trataran con igualdad. Aunque había pedido un triciclo, se lo regalaron a su hermano porque “las nenas no usan eso”.

Cuarenta y nueve años después, recuerda esta anécdota que definió su vida. En ese momento le nació la conciencia. Fue un momento de rebeldía, de retar la autoridad y de irreverencia, características que la han acompañado toda la vida como activista feminista, abogada y académica.

“Sabrás que fui la que me monté en ese triciclo”, dice entre risas durante una entrevista en su casa recién remodelada en Hato Rey.

¿Y cómo dudarlo? Ana Irma Rivera Lassén no tiene pelos en la lengua. Es directa y honesta. Dice las cosas como son, sin adornarlas ni azucararlas. Desde los 17 años ha luchado a favor de los derechos humanos, que también son los derechos de las mujeres.

Es una de las fundadoras de la primera organización feminista en Puerto Rico, Mujer Intégrate Ahora (MIA); formó parte del movimiento de mujeres que contra y viento y marea logró la aprobación de las leyes de hostigamiento sexual en el trabajo y de violencia doméstica, es coautora del libro “Documentos del feminismo en Puerto Rico: Facsímiles de la historia”, presidenta del grupo consultivo de la Oficina de la Procuradora de las Mujeres -también producto de las luchas de mujeres-, y una de las representantes acreditadas del Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer (Cladem) de las Naciones Unidas en Ginebra.

¿De dónde es?
-Soy cangrejera. Soy de Santurce de nacimiento y loiceña por mi mamá y mi papá.

Su padre es el profesor retirado del Departamento de Estudios Hispánicos de la Universidad de Puerto Rico (UPR) Eladio Rivera Quiñones. También fue decano de la Facultad de Humanidades, rector interino del Recinto de Río Piedras y presidente interino de la UPR. Su madre, Ana Irma Lassén, fue maestra de inglés toda la vida. Rivera Lassén tiene dos hermanas mayores y un hermano menor.

¿Cómo fue su infancia y su relación con sus padres?
-Tenemos muy buena relación. Hace tres años mi padre fue diagnosticado con Alzheimer y soy su cuidadora principal. Mi hermana mayor también ayuda.

¿Cuáles fueron los primeros indicios de que tenía Alzheimer?
-No estaba tan acicalado como antes. Siempre lleva su ropa bien planchada, bien arreglado.

¿Vive solo?
-Sí, pero tiene una ama de llaves durante el día. Yo lo llevo a sus citas, lo ayudo con sus pagos, con la compra. Tuve que intercalar la vida de mi papá a mi vida y eso fue bien difícil. Todos los sábados, no importa lo que pase, lo llevo a Loíza a ver a su familia.

Debe ser un proceso fuerte.
-Es muy fuerte, pero él fue un padre excelente.

¿Se acuerda de ustedes?
-Sí, está estable. Está en la primera etapa de la enfermedad. Le encanta hablar de temas políticos, de la universidad, del Capitolío, como le encanta decir. Siempre va a misa, pero es una persona bien abierta, y así fue que me criaron mis padres, con mucha apertura.

¿Cómo específicamente?
-En cuanto a ideas se refiere. Hay que pensar primero en la época que estábamos, mi padre podría parecer machista a veces y mi madre podía tener ideas tradicionales sobre el papel de las mujeres. Pero, en sus acciones eran completamente distintos.

¿Cómo eran esas acciones?
-Mi papá me enseñó a leer y a escribir, una de las cosas más maravillosas que me han enseñado en la vida. Cuando entré a primer grado a los cinco años ya sabía leer y escribir. Con la lectura descubrí el ritmo de las palabras. Hasta cuando escribo en prosa, es prosa poética. Trato de buscar la sonoridad de la palabra aunque sea en un ensayo o una ponencia.

Y eso en gran parte se lo debe a su papá.
-Sin duda. Mi casa era una gran biblioteca, hasta los niños del barrio iban a mi casa a hacer sus asignaciones.... Para mis padres la educación era un ente liberador. En casa había todo tipo de libro: si quería leer sobre la esoteria, allí estaba. Me dejaban leer lo que quisiera, como cuando mi papá me vio leyendo 'Así habló Zaratustra' (del filósofo Friedrich Nietzsche) y 'Frankenstein' (de Mary Shelley) a los 10 años (se ríe).

¿Y sus hermanos?
-Mi hermano se desapareció.

¿Cómo? ¿Cuándo?
-Hace más de un año. Es el padre de mi sobrino de nueve años. Simplemente un día desapareció. Tú sabes que yo soy bien honesta.

¿Ustedes tenían una buena relación?
-Sí, aunque no tan cercana como con mis hermanas.

¿Pero lo han reportado?
-¡Hombre, pero ése es un sinvergüenza! Es un irresponsable. Sabe Dios cuánto debe en pensión alimentaria. Si aparece, me imagino que lo meterán preso... Le he dedicado mi vida a esto, y ahora me ha tocado de cerca.

¿Cuándo comenzó a tener conciencia feminista?
-Siempre me interesé por los temas de las mujeres, desde niña. Siempre velaba porque a mi hermano no le dieran más que a mí y a mis hermanas... Desde pequeña escribía mis ensayos sobre mujeres. Entonces, cuando vi a las feministas de la segunda ola (las de después de las sufragistas), pensé que no estaba tan chiflada (se ríe a carcajadas). Empecé a leer sobre las feministas en Estados Unidos, en Europa.

¿Cómo fue en la iupi?
-Entré a la iupi en 1971, tenía 16 años. Terminé a los 19 años y seguí a la Escuela de Derecho. A los 22 años ya era abogada. El 8 de enero de 1972 cinco mujeres fundamos la primera organización feminista autónoma, Mujer Intégrate Ahora. Luego se formaron otras, como la Federación de Mujeres Puertorriqueñas. Por esa época también iniciaron las vistas de la Comisión de Derechos Civiles para evaluar la situación de la mujer. Mi papá me llevaba, me esperaba, y me traía. Por eso dice que también es fundador del movimiento feminista en Puerto Rico (se ríe).

¿Y su mamá?
-También se identificó con el proceso.

¿Cómo fue esa lucha en esa época?
-Fueron unos años bien difíciles... El PNP decía que éramos del PPD porque criticábamos el gobierno de Luis A. Ferré, el PIP nos acusó de reproducir las ideas feministas de Estados Unidos y el PPD, fue interesante, porque integró algunas de nuestras propuestas en su programa.... Ser feminista era un acto valeroso.

¿Cuáles han sido algunos cambios en el movimiento feminista?
-En los setenta fue la Reforma de Familia y el aborto. En los ochenta... el tema principal era la violencia contra las mujeres y surgieron dos legislaciones muy importantes: la de hostigamiento sexual y violencia doméstica. En los noventa salen temas como el de la raza, ya no de manera aislada sino como parte de la agenda feminista. También se destaca el tema de las lesbianas y resurge el aborto, con los ataques a las clínicas.

¿Y ahora?
-Ahora estamos en una renovación de la mirada. No creo en eso del pase del batón, porque todas estamos en la misma carrera. También ahora está el concepto de género, algunos dicen que nos hemos olvidado de las mujeres... Otro gran logro es la creación de la Oficina de la Procuradora de las Mujeres. El otro tema que marca esta década es la sexualidad.

Algunas personas dicen que el feminismo ha muerto y que estamos en la etapa del posfeminismo. ¿Qué opina?
-Pues, precisamente, estamos en un tiempo de miradas distintas. El feminismo de 1970 es el de 1970 y el del 2008 es otro. En ese contexto, el feminismo de 1970 está muerto.

¿Cuáles son los retos ahora?
-Creernos que somos personas con derecho a tener derechos. Algunas mujeres todavía actúan como hubieran actuado sus bisabuelas. También la integración de los hombres.

¿Cree que el movimiento feminista está preparado para esa integración?
-Estamos en ese camino. Pero la pregunta es si los hombres están preparados para ser feministas. Cada día encuentro más hombres que no se sienten amenazados con los temas feministas. Esto ha sido una gran aportación de los estudios de la masculinidad.

¿Ha sido discriminada por ser mujer?
-Ay, bendito (se ríe). A finales de los setenta tuve que demandar a un juez porque no quería que postulara en pantalones. Me dijo que me fuera a mi casa a ponerme una falda y regresara. Le dije que no y suspendió el caso... El día de la vista usé la misma ropa que el juez no me había dejado usar. Lo interesante es que postulé por derecho propio. Te imaginarás que ese caso lo negociamos...

¿Y por ser negra?
-Sí, y también he sido discriminada por mi orientación sexual. En el feminismo de los setenta la lesbofobia era terrible. Ha mejorado mucho y aunque todavía hay mucha incomodidad, también hay mucha aceptación en el movimiento feminista. La orientación sexual no puede ser un tema de exclusión, sino de inclusión. Pero eso hay que trabajarlo mucho.

El reto más importante para ella, es que la complejidad de su vida esté reflejada en sus luchas. “Tengo que tener un discurso coherente con los temas de género, raza, orientación sexual en el que me pueda ver reflejada con toda mi complejidad y con todas mis intersecciones”, dijo.

No debe errar el sistema

La credibilidad del sistema de justicia es una parte fundamental en la protección de las víctimas de violencia doméstica.

La abogada y activista feminista Ana Irma Rivera Lassén lamentó que el sistema no protegiera a Aida Otero Rojas, asesinada el martes por su ex esposo en el Hospital del Maestro. A Otero Rojas, de 27 años y madre de dos niños pequeños, le fallaron fiscales y jueces en su intento desesperado por salvar su vida. Esta mujer también habló con colegas y familiares sobre su situación. Hizo todo lo que se le recomienda a una víctima de violencia doméstica.
“En ese tipo de situación las mujeres deben protegerse y pedir ayuda, pero parte de eso es que el sistema tiene que protegerlas. La credibilidad del sistema es lo más importante en esa cadena que le pedimos a las víctimas que inicien en el proceso de salir de ese ciclo de violencia. Ella hizo todo lo que se les dice a las víctimas que hagan. Es una situación demasiado grave”, dijo.

Rivera Lassén reconoció, por otro lado, que la Oficina de Administración de los Tribunales (OAT) y el Departamento de Justicia han solicitado que se investiguen las actuaciones del juez Wilfredo Viera Garcés, quien le denegó una orden de protección, y del fiscal Jorge Carrión, quien no presentó su caso ante un juez.

“Es terrible que tenga que ocurrir una muerte más para provocar esta reacción, pero es importante saber que el sistema mismo se va a evaluar para tratar de evitar que esto suceda nuevamente”, sostuvo.

Hay personas que la culpan, que dicen que se debió haber cambiado de trabajo.
-¿Pero qué le pasa a la gente? Esta mujer está muerta y también la vamos a culpar. El que está vivo es el que tiene que responder por sus actos. Además, ella tenía derecho a trabajar en un ambiente libre de violencia, por eso el sistema la tenía que proteger del agresor.

¿Piensa que su patrono debió haber solicitado una orden de protección bajo la Ley 54?
-Habría que ver si el patrono solicitó la orden o no. Pero por lo menos he leído que tomaron medidas de seguridad para protegerla. Parece que la estaban tratando de proteger.

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