Columna de la Dra. Vivian Rodríguez del Toro
En los medios de comunicación se está discutiendo ampliamente el reporte de abuso sexual de la niña adolescente de dos figuras públicas reconocidas. A mi juicio, el asunto ha ido tomando un curso preocupante por los comentarios faltos de objetividad y a destiempo de otras figuras de autoridad. Es irresponsable e injusto que se cuestione la validez del reporte de la víctima y hasta se le adscriban motivaciones ulteriores, como rebeldía o coraje con su padre, por salirse con la suya o querer hacer su voluntad. Por Dios, se trata de su padre. ¿Alguien en su sano juicio puede pensar que esa niña quiera hablar públicamente de algo tan íntimo y exponerse a la burla y vergüenza de sus pares y familia “por salirse con la suya”? Decir algo así es indignante y debe condenarse con firmeza. Además, comentarios como esos, lejos de proteger a la figura más vulnerable en esta lamentable situación, lo que hacen es revictimizarla, aumentar su posible estado de fragilidad emocional y psicológico y empañar la justicia.
Para aportar a la discusión objetiva y seria del tema, algunos datos sobre el abuso sexual infantil: según la Administración de Niños y Familias, Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos, en el 95% de los casos de abuso sexual, la víctima conoce su agresor; niñas son tres veces más abusadas sexualmente que varones; la negación inicial o inclusive retractarse del abuso, no es señal de que el abuso no ocurrió. Un estudio del año 2000, en el Hospital de Niños de Cincinnatti encontró que el testimonio de niñas y niños abusados sexualmente es más confiable que los exámenes físicos. Los investigadores concluyeron que “no es que los niños nunca inventen cosas, pero la reacción responsable debe ser escuchar cuidadosamente las alegaciones de abuso, de modo que los niños abusados puedan ser identificados y las alegaciones falsas reconocidas”.
En cuanto a por qué callan o prolongan el reporte de abuso, se debe a múltiples factores, como temor a las consecuencias para su familia y sí mismo; sentimientos de culpa y vergüenza; sentido de deslealtad a familia; sentirse diferente a los pares y temor a perder amistades; sentirse responsables del abuso y problemas posteriores.
Esperamos que los expertos y las autoridades concernidas hagan su trabajo responsablemente.
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